Movimientos que parecen alocados pero saben lo que mueven:
las energías que se estancan por no abrir las puertas y dejarlas salir, ir, volver, fluir.
Vientos liberadores que airean y ventilan esos rincones
en los que escondemos los miedos y los temores.
Aire que se cuela por las grietas que abre el deseo
de ser libre de todo lo que un día al alma hirió y no pudimos sanar.
Remolinos que alborotan y luego nos recolocan,
tomando conciencia de cómo estamos y qué hacer para armonizarnos.
Foto Instagram @ni_leconte
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