Aún no nos atrevemos a hacer balance; es pronto para evaluar, analizar y calcular los efectos de un virus que ha paralizado al mundo y hace temblar los cimientos de la sociedad. Ahora las preguntas no tienen respuesta, de nada sirve especular y adelantarse a un futuro que, al igual que la pandemia, nadie puede saber cuándo ni cómo acabará.
Estamos descolocados y desarmados, nos sentimos desprotegidos y en peligro; tememos por la salud, pero también por el trabajo, el bienestar social, el funcionamiento de los pueblos y ciudades, las profesiones, las relaciones, la vida tal como la conocemos. Tenemos miedos y estamos tristes y angustiados. Reflexionamos sobre la vida: su sentido, sus valores, su forma de vivirla; es tiempo de filosofar…
Tenemos una gran oportunidad para sacar todas nuestras fortalezas: esas cualidades internas que nos hacen crecer, avanzar, emprender, crear, ayudar, inventar, dar, compartir, cuidar, organizar. Y envolviéndolo todo: el amor que llevamos dentro y que más que nunca hay que sacar, entregar y derrochar.
Nos reinventaremos y mejoraremos, recolocaremos el mundo, recuperaremos el equilibrio perdido y caminaremos unidos, con conciencia y mayor sabiduría, por el sendero de la vida. Tenemos fuerza interior y capacidades extraordinarias como para hacer milagros.
Foto Instagram @dashapears.art