Sueños que brotan del corazón,
intensos, palpitantes y danzantes.
Que se abren hueco entre los pensamientos y cuestionamientos.
A los que la mente a veces mira como a extraños
y cree que son equivocados, irrealizables o fantaseados.
Sueños que te alborotan aunque los acalles o los escondas.
Que insisten y reaparecen, frescos y chispeantes, una y otra vez.
Que se presentan cuando menos imaginamos,
cuando no pensamos y cuando dormidos soñamos.
Son sueños que emocionan, avivan y reconfortan.
Que nos elevan, al tiempo que nos anclan y sujetan
para volar con rumbo a donde el alma quiera.
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