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Semana Santa atípica



Una semana sin celebraciones multitudinarias, sin procesiones, sin misas ni viajes. Una semana que podemos vivir con la misma fe y devoción recogidos; algunos con familia, otros solos; sintiendo esa energía con la que conectamos cuando oramos con el corazón. Esa luz con la que nos iluminamos y que reflejamos al sintonizar con la divinidad, con ese Dios que cada uno siente y entiende a su manera, y que tantos quebraderos de cabeza da a toda la humanidad.


Esas creencias en fuerzas superiores, poderosas, amorosas, invisibles, increíbles, indemostrables e incomprensibles son ahora mucho más cuestionables. Preguntas milenarias que siguen sin respuesta y que quizá surjan en estos días de parón, de encierro y aislamiento, de retiro espiritual forzado, de búsqueda de sentido a todo lo que vivimos.


Esta semana más que nunca vamos a reflexionar, despertar y comprender con el alma, no con la mente. Vamos a sentir la fuerza de la fe, la pasión que nace en el corazón. Y vamos a fluir entre sentimientos, emociones y recuerdos con confianza y esperanza.



 

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