El pasado pesa para muchos, tanto que asfixia y ahoga, ata y atrapa.
El pasado existió y forma parte de lo que somos y como somos. No se puede dar marcha atrás y eliminarlo. Pero sí se puede dejar de revivir, repasar y rememorar el pasado cuando fue doloroso, cuando sufrimos. Y se puede vivir el momento actual con plenitud, acogiendo con alegría, gratitud e ilusión lo que surge, lo que nos depara la jornada: sea lo que sea, donde sea, con quien sea y como sea; sabiendo que podemos cambiar de rumbo, crear, transformar, replantear, innovar, hacer y deshacer, quitar y poner, guiados por la fuerza interior, la sabiduría, el amor y la intuición que todos poseemos, y que son el equipo de trabajo con el que construir la vida que queremos vivir cada día, sin martirizarnos por el pasado, ni abrumarnos por el futuro.
Cuánto tiempo pasamos en el pasado y en el futuro y qué poco tiempo estamos en el ahora, en el momento presente: donde se viven las emociones, se sienten las sensaciones, las energías y los sentimientos; donde se llena el alma de luz y donde la paz está presente.
Pasado y futuro sólo están en la mente, en los pensamientos.
La vida está en el presente.
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