Es aquella meditación que se asocia a una visualización energética. Relajar la mente y ponerla a visualizar, es decir, imaginar sintiendo lo que vamos viendo con los ojos cerrados.
Busca un lugar tranquilo y donde estés cómodo sentado o recostado.
Puedes poner música de fondo que invite a la relajación.
Respira hondo y despacio varias veces.
Imagina que sales volando al espacio. Que te paseas por el universo y te encuentras con una maravillosa estrella a la que te vas acercando. Tiene una luz intensa y centelleante de múltiples colores; rayos luminosos y remolinos que llegan a ti, te envuelven, te rodean, se dirigen al interior de tu cuerpo, a esa parte enferma, ese órgano debilitado, esas células dañadas. Estás flotando en el espacio y las luces vibran al unísono con tu organismo.
Te calmas, te serenas, te alivias, te sientes ligero.
Disfruta de este viaje a luz, quédate todo el rato que quieras así.
Termina dando las gracias y haciendo una respiración profunda y lenta.
Abre los ojos y vuelve adonde estabas lleno de energía.