Se ha demostrado que las emociones son contagiosas incluso cuando no hay intercambio verbal, basta solo la proximidad física.
La persona emocionalmente más expresiva acaba contagiando a los que están a su lado con solo permanecer juntos unos minutos. El contagio siempre sucede, lo que nos da una idea de la importancia de expresar emociones y del alcance que puede tener.
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