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El mundo te necesita



Precisamente en las épocas difíciles para la humanidad, el planeta y la vida, es cuando más necesitamos dar y recibir. Algo que va de la mano: entrega recíproca, movimiento infinito, generosidad multidireccional; el Universo en perfecto equilibrio.


Al igual que la gratitud, la generosidad es un acto que moviliza energías de elevada frecuencia: energías que armonizan cuerpo, mente y alma. Cada ser vivo tiene algo divino que dar a los demás. Las flores entregan sus bellos colores, formas y aromas a todos los que pasan por su lado. Los pájaros nos alegran con sus cantos. Los gatos y los perros nos acompañan, enseñan y aman de manera incondicional. El sol nos da su luz, su calor y su energía cada día, igual que todas las estrellas, que por lejanas que estén brillan y centellean, haciéndonos ver y sorprender con las maravillas que en cualquier momento y lugar nos rodean.


Y el ser humano, lleno de dones y rebosante de valores, cualidades interiores, capacidades, energías, sabiduría y poderes, se lo guarda y no lo entrega. Se infravalora y no cree en su divinidad, duda y se desilusiona, entrando así en un estado de apatía en el que no ve la flor, ni la huele; no escucha a los pájaros; no mira a las estrellas ni se alegra al ver amanecer.


Si damos todo eso que poseemos, ya sea una sonrisa, ayuda, comprensión, tiempo o una inspiradora idea, recibiremos insospechados regalos del Universo que nos aportarán grandes satisfacciones y enriquecerán nuestra vida.



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