Como todo en la vida, también hay que buscar el equilibrio entre dar y recibir.
Todo lo que se entrega, tarde o temprano, trae algo de vuelta; el Universo es así.
El que pide recibe; el que busca encuentra; y el que siembra recoge.
Y si es incondicional la entrega, al final, sin buscarlo ni pedirlo nos devuelven mucho más.
Siempre que se da hay un flujo de energías, de luz, de generosidad y amor capaz de transformar y transmutar creando lo inimaginable, lo increíble y lo imposible.
Al recibir se equilibran los mundos interiores,
se compensan las fuerzas que mueven el Universo,
que mantiene el equilibrio fuera y dentro.
Dar y recibir son la misma acción; siempre que alguien da otro recibe;
y al revés, siempre que uno recibe es porque alguien da.
Somos un todo y nada es ajeno a cada uno de nosotros.