Creer en santos, divinidades, ángeles y seres de luz es abrir una gigantesca puerta a lo increíble, lo invisible, lo infinito y lo eterno, conceptos que derriban los muros mentales que encierran, asfixian y ciegan.
Honrarlos, celebrar su existencia y hacer ofrendas es una forma de agradecer esa ayuda y protección incondicional, ilimitada y mágica que el cosmos nos ofrece.
Una energía protectora y sanadora que nos envuelve y arropa.
Solo hay que pedir para recibir esos rayos de luz.
Solo hay que confiar para fluir conectados con lo divino.
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