El corazón es mucho más que un órgano que bombea sangre y la pone en movimiento. Es un potente generador electromagnético que crea un campo energético mucho mayor que el cerebro y procesa continuamente ondas que contienen información codificada. Es una glándula endocrina que libera hormonas específicas. Es parte del sistema nervioso central (más de la mitad de su tejido son células neurales y libera neurotransmisores). Es un órgano de percepción (interno y externo) y de comunicación (envía y recibe información a través de sus campos electromagnéticos). El corazón envía mensajes hormonales, eléctricos, magnéticos y químicos a todo el organismo.
La coherencia cardíaca es un proceso que comienza cuando la conciencia se enfoca en el corazón, en vez de enfocarse en el cerebro. Las redes neuronales interconectadas se acoplan unas con otras emitiendo señales que son captadas por todas las células del organismo, funcionando como un sistema sincronizado y amplificando su frecuencia vibratoria.
En coherencia cardiaca los mensajes que van de corazón a cerebro influyen en la percepción, el aprendizaje y la memoria; aumenta la capacidad intuitiva y la toma de decisiones; la información se procesa de forma diferente: surge una modalidad cognitiva holística y profunda que va más allá de la capacidad mental lineal normal; aumenta la actividad del hipocampo; y se produce una reducción del cortisol.
La coherencia cardiaca es un estado energético y fisiológico caracterizado por la armonía, la interrelación y la globalidad en el que el corazón es el centro, el punto de donde parte y a donde llegan todos los mensajes, el receptor y el emisor, el foco que ilumina y alumbra.
Hay que salir de la mente y ubicar la atención en el corazón, en el sentimiento; dejar paso a la información intuitiva y a las sensaciones corporales para ver con otros ojos, para percibir con el alma y así entrar en coherencia.
Unos segundos de respiración sentida y consciente, unos instantes de serenidad y unos momentos de silencio nos abren la puerta para entrar al estado de coherencia y dejarnos llevar: ser y estar con plenitud y bienestar.
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