Cuando no tengas ganas de hacer ejercicio, de comer a la hora establecida o la comida que habías pensado; cuando no te apetezca ponerte a meditar o ir a una actividad que te guste y te siente bien porque, sencillamente, no sientes ganas; o estás cansado; o tienes sueño, o ganas de no hacer nada: concédete ese deseo sin buscar justificaciones ni explicaciones, sin sentirte culpable y sin juzgarte, porque si escuchas a tu cuerpo y haces lo que te pide estarás haciendo lo que más necesitas y lo que mayor bienestar y felicidad te va a aportar; aunque la mente lo cuestione.