A primeros de septiembre,
cinco septiembres atrás,
salté mis propias murallas
y dejé al alma volar en libertad.
Sin instrucciones de vuelo me lancé sin mucho pensar;
tuve claro que era el momento, el lugar y el copiloto ideal.
Desconocía tu miedo a volar,
tu pánico a no poder aterrizar,
a caer en picado,
a estrellarte y fracasar.
Menudo trabajo llegar a confiar
en las alas que tenemos,
en el cielo que surcar,
en los compañeros de viaje
y los destinos adonde llegar.
En septiembre empezamos el nuevo curso escolar,
nuevos trayectos y naves que pilotar.
Aún quedan temores que superar
para llegar a volar entre las nubes
y ver siempre a los astros brillar,
disfrutando del viaje destinado por el alma
antes de saber adónde y con quién irás.
Foto Instagram @cristalle_macro