Hablar con una persona de confianza, cercana, conocida, con la que nos unan lazos afectivos, es una manera de autoconocernos, de comprender nuestras emociones, de solventar conflictos, de crecer interiormente y vivir con equilibrio emocional y mental,
Al verbalizar nuestras vivencias y contar con alguien que nos escuche, que empatice y que nos dé su punto de vista, su aportación personal, estamos liberando energías, soltando y desbloqueando, dando voz al inconsciente que se expresará mediante el lenguaje no verbal; y así evitamos el sufrimiento que ocasiona callar un pensamiento, reprimir una emoción, ocultar un sentimiento y enredarse en un laberinto mental repitiendo esquemas y quedando atrapado sin salida.
Hablar, contar, relatar lo que vivimos, pensamos y sentimos es una forma de mantener un estado de salud mental, emocional y espiritual que se reflejará en el cuerpo físico.
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