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Luz artificial


El ser humano, al igual que los animales y las plantas, regulan muchas de sus actividades fisiológicas según los ciclos de luz y oscuridad, el día y la noche; es lo que se conoce como ritmo circadiano. Este fenómeno es responsable de los cambios de temperatura corporal y de presión sanguínea, del sueño, de la supresión de la sensación de hambre y sed mientras dormimos, del reposo del aparato digestivo (estómago e intestino) durante la noche y de los cambios en la liberación de hormonas a lo largo del día.

La luz que entra por los ojos envía información al cerebro, a una zona donde se sitúa nuestro reloj interno: el responsable de la regulación de este ciclo diurno y nocturno, que envía señales a la glándula pineal. Esta es la encargada de producir y liberar la melatonina, una hormona con funciones diversas como: inducción del sueño, antioxidante, antitumonal, antiinflamatoria y favorecedora de la regeneración de tejidos y de la regulación de los mecanismos de defensa a través del sistema inmune.

Durante el día es necesaria la exposición a la luz, preferiblemente natural, la luz solar; y durante la noche es necesaria la oscuridad para que el organismo funcione de forma equilibrada.

Por ello, al llegar la noche es recomendable reducir la exposición a fuentes de luz que contienen el espectro azul (la que predomina en la luz solar) como es el caso de la luz que emiten las pantallas de aparatos electrónicos, como móviles, ordenadores y tablets; y las lámparas tipo LED blancas o frías, por ser el tipo de luz que más afecta al ciclo circadiano humano, provocando una supresión de la producción de melatonina con el consiguiente desajuste del funcionamiento del cuerpo. Esto provoca trastornos del sueño, estrés, cansancio, bajo rendimiento intelectual, alteraciones endocrinas y metabólicas, cardiovasculares y digestivas. Son especialmente sensibles a estos tipos de luz los niños pequeños y las personas mayores.

Para evitar estos efectos nocivos es aconsejable, además de respetar las horas de oscuridad durante la noche, y evitar exponerse en las horas previas a acostarnos a las luces artificiales blancas o frías, usar luces cálidas o anaranjadas para iluminar, así como filtros para las pantallas de los aparatos electrónicos; y evitar las luces muy intensas.

 

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