Todos tenemos miedos de los que muchas veces no somos conscientes, o no queremos reconocer. Esos miedos mantenidos, permanentes que con frecuencia asumimos como parte de nuestra personalidad, nuestra forma de ser, son obstáculos para nuestro crecimiento personal porque nos limitan, nos hacen sufrir mental, emocional y físicamente; nos impiden evolucionar y conseguir alcanzar metas y objetivos.
Los miedos nos llevan a reaccionar de tres formas diferentes:
Nos paralizan, nos bloquean, deteniendo nuestro fluir. Nos paramos y no actuamos por temor a que salga mal, a que tenga consecuencias negativas.
Otras veces reaccionamos huyendo, alejándonos y evitando afrontar la situación. Esta reacción afecta a la autoestima, favorece los sentimientos de culpa y la frustración.
Y a veces reaccionamos ante el miedo atacando al enemigo con ira, rabia y rencor; descargándolos a menudo contra quien no tiene culpa, pero a quien convertimos en víctima por identificarlo como el causante de nuestro temor.
Hay que analizar, observar e interiorizar nuestras reacciones para descubrir esos miedos que albergamos y condicionan nuestra vida, porque de ellos dependerá nuestra felicidad, nuestra paz interior y muchas decisiones importantes que tomemos.
Proponte como tarea personal indagar en tu interior, buscar ese miedo que te fastidia y trabajar para quitarlo.
Foto Instagram @jasonmpeterson