Somos energía y la energía no tiene barreras físicas.
La piel no es una coraza para el cuerpo.
Los pensamientos no se quedan atrapados en el cerebro.
Las emociones son energía en continuo movimiento.
Nuestro campo electromagnético se irradia y expande alrededor de nuestro cuerpo.
En nuestra vida interactuamos con las energías de todos los demás seres humanos con los que nos encontramos. Por muy breve que sea un encuentro es suficiente para recibir, captar y percibir esas energías emocionales, mentales, electromagnéticas y sutiles ajenas que se entremezclan con las nuestras. Y según la vibración que tengan nos afectarán de un modo u otro, pudiendo cambiar nuestra vibración, nuestras sensaciones, llegando a sentir malestar, inquietud, pesar, síntomas físicos, pesimismo; o todo lo contrario: paz, emociones positivas, bienestar, fluidez, ligereza, optimismo, fuerza.
Las energías ajenas son una realidad que forman parte de nuestra vida.
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