Busca un lugar donde haya árboles y pájaros.
Siéntate cómodo, puede ser un banco de un parque, una silla de un jardín o en el suelo, sobre la tierra o el césped. Cierra los ojos. Haz varias respiraciones profundas exhalando despacio el aire.
Dedícate este rato a sentir la primavera. Siente la temperatura ambiente y el aire en tu cara, el pelo, las manos, las piernas. Siente sin analizar ni juzgar. Fresca, cálida, brisa, viento, calma; siéntelo en tu piel. Recorre tu cuerpo observando cada parte, cómo varía la sensación.
Ahora escucha el canto de los pájaros y el sonido de las hojas y ramas en movimiento.
Pon atención a los sonidos que te llegan, disfrútalos como si escucharas música, toma conciencia de lo que percibes.
Inspira ahora poniendo la atención en los olores y aromas, perfumes de la naturaleza que nos envuelven.
Cuando lleves unos 15 minutos intenta fusionar lo que sientes con lo que escuchas y hueles, y con tu postura, como una sensación única y completa, como un todo: tú y la naturaleza. Respira despacio y siente el aire entrando y saliendo por la nariz. Une los tres sentidos.
Permanece unos minutos más así y, cuando te apetezca, abre los ojos y agradece lo experimentado.
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