Hacer planes tiene ventajas, pero también inconvenientes. Es una tarea mental que consume mucho tiempo porque le damos mucho trabajo a la mente; no es solo lo que queremos hacer y cuándo, es cómo lo hacemos.
Haciendo planes dejamos ver muchos aspectos de nuestra personalidad y forma de ser, algo que es de ayuda para autoconocernos mejor, para identificar patrones mentales, vicios, características propias, debilidades y fortalezas. Organizar con antelación aporta seguridad y tranquilidad pero nos limita, nos ata, nos frena, nos aprisiona. No se trata de vivir en el caos, el desorden o la desorganización, sino de ser flexibles y dejar hueco para la improvisación, la sorpresa, lo inesperado, la magia, porque ahí se encuentra la gracia y la chispa de la vida.
Atrévete a cambiar planes a última hora, a inventar y crear sobre la marcha, sin itinerarios fijos, sin paradas preestablecidas, sin horas ni minutos contados.
Atrévete a hacer planes al momento, en el presente, el ahora, dejando a la intuición que te inspire y disfruta de la auténtica libertad, la del alma.
Foto Instagram @mart.lindner