Siempre estamos hablando con nosotros mismos, mentalmente, sin vocalizar.
Observa esa charla interior, esa conversación: qué temas tratas; qué argumentos tienes; qué juicios; qué sientes. Analízala como si fueras otra persona que te escucha en silencio y te sorprenderás de cuántas cuestiones ocupan tu mente, de cuánto tiempo dedicas a un mismo tema, de cómo influye en tu estado emocional y en tu cuerpo físico.
Tomar conciencia de nuestro diálogo interior nos ayuda a conocernos mejor y poner límites a la mente para no pasarnos el día martirizado por ella; para elegir nuestros pensamientos; para aprender a calmar los pensamientos repetitivos y para apartar los negativos encontrando paz interior.
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