Al menos un día a la semana haz un repaso a tu estado emocional, eso te hará ser más consciente, conocerte mejor, saber qué te afecta y poder cambiar todo lo que te hace sufrir. Aunque haya situaciones en las que nos vemos involucrados y nos parezca que no tienen solución, aun cuando te sientas atado, siempre hay salidas: formas de seguir adelante haciendo cambios que pueden ser drásticos o sutiles, externos o internos, que nos aportarán paz y alegría.
Pero para ello es necesario que nos analicemos, nos escuchemos. Mira a ver qué sientes, cómo lo sientes, qué pensamientos acompañan a esas emociones, cómo influye en tu vida, qué deseas.
Es un ejercicio que hay que hacer a solas y en silencio, para poder escuchar nuestra voz interior con su lenguaje propio: los símbolos, sensaciones, impresiones, imágenes, recuerdos, palabras que parecen inconexas. Recopila todas esas señales y el mensaje que llevan; reflexiona y valora; organiza; planea y haz todo lo que sientas que tienes que hacer, sin miedo a las dificultades o a la incomprensión que puedan conllevar tus decisiones, porque cuando se llevan a cabo guiadas por el alma siempre te encaminan por el mejor de los senderos: el de la felicidad.
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