Esa sombra espesa y oscura que enturbia nuestros sueños llegando a mantenerlos ocultos, apagados, a oscuras; porque la duda frena, paraliza, pone una muralla y dificulta conseguir nuestro sueño al quedarnos inmersos en los pensamientos negativos, en la infravaloración y el desencanto al no poder dar alas y vida al deseo del alma.
Cuando la duda te asalte párate un rato, siéntate y analízala; hazte preguntas. Escucha a tu mente primero: aquí surge la duda, el dilema, los peros, los “y si…”. Analiza con lógica a la duda, anota las conclusiones en un papel.
Ahora llega el turno de escuchar al alma. Respira hondo y presta atención a lo que sientes, tus emociones, las sensaciones, y anota tus impresiones.
Cuando termines pregúntate si te hará más feliz hacer lo que soñaste, vivir esa experiencia. La respuesta será afirmativa si te sientes feliz, sereno, alegre y relajado al imaginar el sueño hecho realidad, con tanta intensidad que nada ni nadie te impedirá llevar a cabo lo que anhelas. Y conectarás con esa fuerza interior sabia que será tu guía siempre, acompañándote e impulsándote para llegar a la meta.
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