El tomate es rico en Licopeno, un carotenoide responsable de su color rojo que es un potente antioxidante, un sustancia capaz de equilibrar los procesos oxidativos celulares producidos por los radicales libres que causan daños a las células, lo que se traduce en enfermedades degenerativas y envejecimiento.
El tomate es el principal alimento que lo contiene en altas cantidades. Al ser un antioxidante liposoluble su absorción se favorece cuando se añade alguna grasa, como es el caso de los preparados cocinados en salsas y sofritos, siendo esta la forma en que mejor se aprovechan los licopenos. Las grasas saludables como el aceite de oliva facilitan su absorción intestinal y al cocinarlo el licopeno no se desnaturaliza como ocurre, por ejemplo, con la vitamina C. Tomarlos crudos y aderezados con aceite de oliva son una buena opción.
El mayor contenido de licopeno está en los más maduros, en los cultivados al aire libre, en verano y en los que maduran en la tomatera.
Comer a diario tomate crudo con aceite de oliva o cocinado garantiza la ingesta de una buena dosis de antioxidantes capaz de prevenir la aparición de algunas enfermedades.