Solemos tener hábitos de comportamiento absurdos, ilógicos, sin ninguna explicación, son rutinas que están arraigadas y forman parte de nuestra vida cotidiana. Realmente no nos aportan nada sino todo lo contrario: las manías son limitantes, nos atrapan y encasillan y en algunos casos son motivo de conflicto y malestar al no ser entendidas ni comprendidas por los que nos conocen.
Reflexiona sobre tus manías, cuáles tienes, si están muy presentes y activas, qué consecuencias tienen, cómo te limitan. Sé objetivo, no te justifiques con la excusa de que forman parte de ti, de tu forma de ser, “soy así y punto,” no, observa tus manías como si fueras un espectador y replantéatelas siempre y cuando supongan una limitación, una barrera.
Vivir sin manías es vivir con libertad. No seas esclavo de tus manías.