Las dudas son siempre mentales, fruto de razonamientos basados en creencias, en argumentos culturales, sociales, familiares y vivenciales. Lo que está bien o mal, lo que tiene que ser o no ser, lo aprendido y aceptado. La duda surge cuando un hecho, una experiencia no encaja en nuestros esquemas, cuando no cuadra y no sabemos dónde colocarla, en qué apartado. Las mayores dudas surgen cuando queremos explicar y razonar las emociones y los sentimientos, cuando hacemos muchas preguntas, por qué, para qué, cuando en vez de sentir, dejarse llevar y fluir, escuchar al corazón, al alma, dejamos a la mente dirigir, mandar, ordenar. Y las dudas martirizan, limitan, cohiben, bloquean, frenan, amargan.
Cuando tengas alguna duda haz una breve meditación. Recógete cerrando los ojos, respira hondo y despacio varias veces, serena y acalla la mente, solo así escucharás la voz de tu alma clara, segura y fuerte y se disiparán todas las dudas.
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