Masaru Emoto es un investigador japonés que realizando fotografías al microscopio de los cristales que forma el agua al congelarse, observó cómo la estructura hexagonal que forma varía según la pureza del agua y, lo que es más sorprendente, según los mensajes y palabras que se asociaban al agua al escribirlos y acercarlos al recipiente que la contenía, según la música que sonaba, y si había aparatos que emitiesen algún tipo de radiación electromagnética; todo ello influía.
Comprobó que las palabras relacionadas con la armonía y los sentimientos elevados, así como la música melodiosa y hermosa, daba lugar a unos cristales de gran belleza y con formas impresionantes y simétricas, mientras que palabras de contenido negativo o desagradable daba lugar a cristales irregulares, incompletos y disarmónicos.
Estos experimentos ponen de manifiesto que el agua tiene capacidad de captar la vibración externa alterando y cambiando su estructura al cristalizar. El agua es capaz de almacenar información pudiéndose concluir algo que otros estudios han demostrado y es el hecho de que el agua tiene memoria.
La implicación de este descubrimiento está aún por investigar, pero teniendo en cuenta que somos más de dos terceras partes de agua, podemos imaginar que su alcance será revolucionario para desarrollar y entender métodos de sanación energéticos que hoy en día la ciencia no sabe explicar.
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