Decir lo que se piensa, se quiere, se siente, se desea es liberador y sanador siempre que se haga con conciencia, con sensibilidad, con respeto y afecto.
Cuando nos sinceramos con otra persona estamos confiando en ella, en su comprensión, su respuesta positiva, su apoyo, su empatía.
La sinceridad es un pilar fundamental en las relaciones interpersonales que promueve y facilita el entendimiento, la colaboración, la unión, el bienestar emocional y la armonía.
Sincerarse es dejar que la mente y el alma se expresen, y que lo hagan de la mano porque si una de ellas no colabora, no se abre, la otra se retrae y no será posible el equilibrio y la paz interior porque habrá conflictos, bloqueos, malestares que pocas veces se reconocen, quedando ocultos y causando daño.
Sincerarse es fluir.