En multitud de ocasiones ciertos hechos ponen a prueba nuestra capacidad de mantenernos tranquilos y serenos llegando a sentir que perdemos el control.
Hay que aprender a serenarse cuando uno siente esa inquietud en el interior que nos avisa, que nos pone en alerta, y antes de que el organismo libere la adrenalina y otras sustancias que nos preparan para atacar y poder recuperar y mantener la calma.
Para ello basta con pararse y hacer unas cuantas respiraciones profundas exhalando el aire muy despacio por la boca, al hacerlo notaremos cómo todo nuestro organismo se desacelera, se relaja, se calma.