A veces uno siente malestar, desasosiego, inquietud, sin saber muy bien el motivo, sin llegar a aclarar por qué ha surgido. Aunque sí sabemos quién o qué lo ha desencadenado porque nos viene a la mente cierta persona, cierto encuentro, conversación, mensaje o comentario que a la razón le parece insignificante, sin importancia, intrascendente, una tontería nos dirá la mente y razonaremos, argumentaremos, explicaremos con sentido común y con lógica y lo apoyaremos: no tiene importancia. Pero en nuestro interior no se vive neutral, impasivo, indiferente, en nuestro interior surgen las emociones sin que seamos conscientes, y están detrás de todo lo que sentimos.
Identificamos algunas emociones, y no siempre: alegría, tristeza, cuesta más reconocer la ira cuando no es manifiesta, igual pasa con el miedo, tan frecuente, tan invisible. Aprender a identificar esas y otras muchas emociones nos ayudará a conocernos y entendernos.
Un dolor físico, un malestar inespecífico, un “no sé qué me pasa pero no estoy bien” la mayoría de veces es el resultado de emociones no reconocidas, no aceptadas, no expresadas, no valoradas.
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