No se puede amar a nadie ni a nada si no empezamos queriéndonos a nosotros mismos, es así de simple y sin embargo muy pocos lo hacen.
El amor que hay en nuestros corazones solo fluye, crece y es verdadero cuando empieza por uno y se expande a los demás y a todo lo que nos rodea.
Somos el caldero donde se cuece el amor que repartiremos, somos el cocinero que lo cuida con esmero y somos el camarero que lo servirá.