Un impulso que cuando surge del alma nos lleva a luchar, pero sin excesos, con entrega pero sin desesperar, con paciencia porque el alma sabe que ese deseo nos va a aportar felicidad, paz interior y bienestar.
Los deseos del alma siempre se hacen realidad porque llevan una energía que pone al universo en sintonía para que en el momento oportuno tengamos ese deseo realizado.
Luego están los deseos de la mente, que son producto de influencias ajenas, de intereses egoístas, de ambiciones materialistas, de caprichos insensatos y que son causa de frustración cuando no se consiguen; y cuando se consiguen suelen ser decepcionantes porque no aportan valores a la vida, no enriquecen al alma ni conectan con ella, son deseos superfluos basados en creencias erróneas que tanto si se consiguen como si no hacer más daño que otra cosa.
Cuando tengas un deseo, antes de luchar por él analiza con el corazón y con la razón si es un deseo que te hará feliz para siempre o no.