A veces, muchas veces, hacemos complicado lo sencillo, lo claro, lo evidente.
Lo que es simplemente es, sin más por qué o para qué, no hay que enredarse en buscar explicaciones que no sirven para nada, solo para no vivir lo que es, porque nos perdemos en laberintos mentales.
Lo mismo ocurre con los sentimientos, lo que se siente se siente, se vive, se disfruta o se padece según se sienta, y no hay que complicarse más. Si estoy triste lloro, si estoy alegre río, si me enfado lo expreso, si siento amor lo doy, si quiero hacer algo lo hago.
Si nuestro timón es el corazón navegaremos disfrutando de la travesía pase lo que pase, sin cuestionar lo evidente, sin complicar lo sencillo, sin enturbiar lo que es claro.
Lo que es se acepta y lo que se siente se vive.