La infancia y la adolescencia son etapas propicias para la generación de miedos y fobias. Hay evidencia creciente sobre la existencia de patrones familiares relacionados con la transmisión del miedo y los trastornos de ansiedad. Además de una posible predisposición personal determinada genéticamente, juega un papel muy importante la influencia ambiental, sobre todo familiar.
Los padres con tendencia a ser miedosos o con trastornos de ansiedad suelen tener hijos con miedos o ansiedad en mayor proporción que los padres normales o depresivos. Y curiosamente este patrón está más vinculado a la madre que al padre, existiendo una relación significativa entre el miedo de los niños y la expresión de miedo de las madres en presencia de sus hijos. Ese miedo es transmitido por aprendizaje observacional, el niño aprende viendo esas reacciones.
Los niños buscan información en las reacciones emocionales de sus cuidadores cuando se encuentran en situaciones de incertidumbre, y cuando más incierta es una situación para un niño más busca esas señales que le guíen emocionalmente y actúa guiado por ellas.
La información negativa es otra vía importante para adquirir o potenciar las respuestas de miedo. Los medios de comunicación, entre ellos la televisión y la prensa, son las principales fuentes de información negativa generadoras de miedos y fobias.
Bibliografía:
“Ansiedad, miedos y fobias en niños y adolescentes”
Bonifacio Sandín
Editorial Dykinson