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Aceptación


Aceptar es acoger lo que nos llega, sea lo que sea, sin excusas, con convencimiento y confianza en que lo que nos llega, sea un acontecimiento, un cambio inesperado en nuestras vidas o un hecho no deseado, siempre es algo positivo, siempre aporta alguna enseñanza, algún descubrimiento, algún regalo para la vida.

Aunque al principio uno no lo vea, no lo entienda, si aceptamos, más tarde o más temprano acabaremos entendiendo y valorando lo que en principio pudo descolocarnos.

Negar, rechazar, apartar, dudar, infravalorar lo que surge y llega a nuestra vida solo supone sufrimiento, agotamiento, desaliento, porque es como luchar contracorriente, como querer poner barreras a un océano.

Aceptar es fluir con la vida.

La resignación, en cambio, es lo contrario, es aceptar sin confianza, con pesar, con dolor, culpabilizando a otros con resentimiento, ira, tristeza. La resignación es una actitud negativa que hace daño emocional, mental y espiritual.

 

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