Cuando no te atrevas a hacer algo que te pide el alma, párate y pregúntate:
¿Qué es lo peor que puede pasar si me atrevo y lo hago?
Cuando tengas la respuesta pregúntate ahora:
¿Qué me voy a perder si no me atrevo?
Cuando tengas la respuesta analiza ambas, anota en un papel las ventajas y los inconvenientes de cada situación y te darás cuenta de que siempre pesa más en la balanza los beneficios de una acción que nace en el alma que los inconvenientes o las pérdidas, porque atreverse a hacer lo que nos pide el alma es apostar sobre seguro, es ganar siempre, nunca perder.
La falta de atrevimiento es consecuencia de las barreras mentales, de los miedos, de los recuerdos, los condicionamientos, los prejuicios.