Hay muchas maneras de hablar,
se puede hablar con la mente,
con los gestos,
con el silencio,
con las emociones,
y se puede hablar con el alma.
Esta última es la más auténtica de la comunicaciones,
la que surge del alma,
es la forma más sincera, amorosa y verdadera
de transmitir lo que siente el alma,
lo que anhela,
lo que aprende,
lo que enseña.
El alma puede utilizar palabras
que se transmiten verbalmente,
por escrito,
incluso telepáticamente.
También utiliza los gestos espontáneos,
los que no se ensayan,
ni se fingen,
ni se distorsionan.
Y utiliza el silencio,
el que serena,
el que calma,
el que arropa.
El lenguaje del alma es certero,
llega hondo,
pero no daña, no hiere,
es un lenguaje verdadero,
nunca miente.
Cuando me hablas con el alma
sé cuánto me quieres,
cuánto me aprecias,
cuánto eres,
cómo eres.
Cuando me hablas con el alma
sé cómo te sientes,
qué te falta,
qué es lo que quieres.
Cuando me hablas con el alma
sobran las explicaciones,
las excusas,
los temores.
Háblame siempre con el alma,
es el único modo de entenderte.