Las emociones surgen y hay que vivirlas, hay que sentirlas y expresarlas, si no se hace causarán problemas de salud.
Es fácil expresar la alegría, o la sorpresa, pero no es nada fácil expresar la ira, el miedo o la tristeza, eso dentro de las emociones básicas (porque luego están las más complejas y elaboradas que son más sutiles, menos fuertes, más sofisticadas, que iremos viendo más adelante).
Estamos muy condicionados cultural y socialmente a reprimir las emociones, las positivas y las negativas, y es un error. Al reprimir una emoción no liberamos la energía que conllevan, no sentimos plenamente, no expresamos claramente, y eso tiene muchas implicaciones, la primera: que supone un desequilibrio energético que nos afecta a la salud, que nos causa malestar que de forma mantenido acaba en enfermedad.
Y un segundo efecto perjudicial es que las emociones son una herramienta de comunicación, si no se expresan adecuadamente estamos dificultando el entendimiento con los demás, y eso afecta a las relaciones humanas, eso lleva a la incomprensión, al desconcierto, a los conflictos.
Si la persona que tenemos ante nosotros no sabe qué sentimos, no lo percibe porque no lo transmitimos, no será capaz de empatizar, de entendernos, y por consiguiente de apoyarnos y ayudarnos, y seremos unos extraños aunque pasemos toda una vida juntos.
No expresar, no transmitir emociones es la principal causa de enfermedades y de conflictos a cualquier nivel.