Un pensamiento negativo es un obstáculo, una barrera, una limitación que nos ponemos.
A lo largo del día nuestra mente envía múltiple pensamientos negativos. Las circunstancias que nos rodean, las noticias que se escuchan, las personas que se relacionan con nosotros, nuestro subconsciente, todo esto es fuente de pensamientos negativos.
La mayoría de las veces uno no es consciente de ellos, estamos acostumbrados a tenerlos y los dejamos campar a sus anchas por la mente y no nos damos cuenta de que hacen auténticos estragos, hacen daño, daño emocional porque nos hacen sentir mal, y daño físico porque un pensamiento negativo produce la liberación de neurotransmisores que hacen que muchos órganos funcionen de forma inapropiada liberando hormonas y otras sustancias y elementos que en exceso alteran el funcionamiento celular. Todo ello se traduce en trastornos físicos, en molestias y síntomas.
Si no se evita, a la larga los desequilibrios bioquímicos se traducirán en enfermedades de etiología desconocida para la mayoría de médicos.
Es muy importante que cada vez que uno siente malestar emocional o alguna emoción negativa analice qué pensamientos rondaban su cabeza antes de comenzar, y una vez identificado ese pensamiento hacer una reflexión y meditar acerca de su veracidad, su sentido, su implicación, su mensaje. Y por ahí se llegará a entender cómo funcionamos, cómo somos un todo, cómo la mente, el cuerpo y las emociones influyen unos en otros, porque todo está conectado.