Las nubes son un lugar ideal para soñar,
para liberarse,
para desconectar,
para sentirse libre,
para expandirse,
para ser uno mismo,
para aprender a conocerse,
para ser feliz.
Vivir en las nubes es compatible con vivir en la Tierra,
es algo saludable para la mente
y enriquecedor para el alma.
Vivir en una nube no es ser un inconsciente,
no es huir de la realidad,
no es escapar de la vida.
Vivir en las nubes es compaginar una vida terrenal
con un lugar de recreo donde se puede viajar
sin más transporte que la creatividad,
donde no existe el tiempo ni las normas,
donde uno es libre de soñar,
donde puedes encontrar inspiración y mucha paz,
donde nadie te molesta
porque tu nube es tuya y de nadie más.
Al pasar los años uno entiende de verdad
el gran valor que tiene pasar ratos en las nubes
y con ella volar
disfrutando del paisaje,
de otras nubes que vienen y van,
que van cambiando de forma y lugar,
de color y densidad.
Vivir en las nubes te da la capacidad
de ver en la distancia y poder abarcar
otras posibles alternativas
a los problemas que surgen en la vida terrenal.
Esa perspectiva desde arriba te permite ver y entender
lo que muchas veces en el espacio y el tiempo
impide a nuestros sentidos captar la esencia
de ese acontecimiento, experiencia o vivencia que vivimos.
Vivir en las nubes es vivir con todo nuestro ser,
es un recreo para la mente,
un reposo para el cuerpo
y un paseo para el alma.