La hormigas son un ejemplo de colaboración y coordinación en el mundo animal. Para conseguirlo necesitan un sofisticado sistema de comunicación en comparación con el modo de comunicación humano. Cómo se comunican las hormigas para poder llevar a cabo, primero el descubrimiento de los alimentos, luego la construcción del hormiguero y por último el transporte de, a veces, grandes trozos de comida a su refugio, es un misterio sin resolver.
Cuando se observan a las hormigas durante solo unos minutos la mente humana especula, se sorprende y maravilla ante unos pequeños seres vivos capaces de vivir en grandes comunidades perfectamente organizadas, de tener un comportamiento cívico que ni las sociedades humanas más evolucionadas exhiben, un ejemplo de organización pacífica y armoniosa, sin egoísmos ni disputas, un ejemplo de comunidad solidaria donde todo es de todos, donde nadie es marginado, donde se trabaja por un fin común sin competencia, sin intereses individuales, con compañerismo.
Las hormigas son pequeñas, pero grandes maestras que nos enseñan grandes valores.