La lluvia, ese fenómeno meteorológico que tanto agradecen los campos y jardines.
El agua de lluvia es un agua pura, saludable y energetizada, que alimenta las tierras favoreciendo el germinar de las semillas, el crecimiento de las plantas y el brotar de los retoños.
La lluvia limpia los árboles y arbustos favoreciendo el intercambio gaseosos, eliminando parásitos y ayudando a mantener el equilibrio natural de toda la vegetación. Y los pájaros limpian su plumaje, sus picos y sus patas.
Con la lluvia los restos orgánicos de las hojas secas, las flores marchitas, los pastos secos se desintegran convirtiéndose en abono para la tierra.
Con la lluvia los riachuelos renacen llevando el agua a los lugares más dispares donde con su ayuda crecerán plantas, cultivos, árboles y un sinfín de vegetales.
Con la lluvia las personas se recogen, lo que anima a reunirse con su alma, a escuchar sus voces interiores, a interiorizar y descubrir nuestros anhelos, a inspirarnos y buscar soluciones a cuestiones que en otras situaciones nos provocan quebraderos de cabeza sin llegar a buenas conclusiones.
Cuando la lluvia se presente recíbela como un regalo y saborea su sonido, su belleza, su energía, su singularidad y su armonía.
La lluvia es salud para los campos, las plantas, los animales y las personas.