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La primavera la sangre altera...


En primavera ciertamente la sangre se altera.

En esta estación en la que los campos florecen el aire se llena de polen que provoca erupciones cutáneas, rinitis y conjuntivitis en algunas personas sensibles y con alergias primaverales. Ronchas que pican, ojos que lagrimean, nariz que moquea, todo provocado por la liberación de histamina en la sangre.

También en primavera es frecuente que haya astenia o cansancio no habitual el resto del año, ello es debido a los cambios energéticos que se producen en la Tierra y que afectan al organismo que no es más que un complejo mecanismo energético que se influencia por todas las energías que le rodean.

A nivel hormonal son frecuentes los trastornos en la esfera sexual, menstruaciones que se retrasan o adelantan, que se acortan o alargan, la libido que se alborota. Todo ello es reflejo de la herencia de nuestro pasado primitivo y ancestral, siendo la primavera una época adecuada para engendrar, favorecida por las apacibles temperaturas y las templadas jornadas que animaban a tener relaciones íntimas.

Y no se puede ignorar el efecto psicológico de la primavera en personas de cualquier edad. Hay más motivos para disfrutar, alegrarse con la belleza de la naturaleza, compartir y organizar reuniones, fiestas y variados eventos que animan, entusiasman y sacan del letargo invernal a muchas almas solitarias que en invierno se aíslan y viven más cerca de la soledad.

En primavera somos muy sensibles a las emociones, que se viven con especial intensidad siendo muy frecuentes los problemas digestivos que no son sino somatizaciones de lo que se vive a nivel emocional.

Es la primavera una estación que altera al ser humano, igual que a la naturaleza, la atmósfera, los animales, y el mundo entero cuando pasa por esa revolución de energías sin igual.

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