Hace poco más de un siglo nació y vivió en Alpandeire un ser excepcional por su humildad, generosidad, sensibilidad y amor hacia los demás. Un ser que al hacerse mayor decidió entregarse a los demás y dedicó su vida a ayudar a los pobres, a los enfermos, a los mendigos, a todos los que sufrían de un modo u otro.
Siempre tuvo para cada uno esa palabra amorosa, ese gesto cariñoso, esa ayuda espiritual, ese apoyo económico necesario y vital para salir adelante. Con la ayuda divina que siempre le acompañó consiguió hacer milagros.
Hombre humilde que derrochaba bondad, alegría, amor y fe aliviando el sufrimiento de pobres, enfermos y desgraciados sin esperanza que encontraban en él lo que ningún otro ser humano era capaz de hacer.
Un ejemplo a seguir para los que creen en el poder del amor incondicional, de la fuerza interior y de la fe.
Gracias porque su ayuda sigue existiendo,
porque su energía sigue viva,
porque su amor sigue siendo real.
Todos su fieles de ello dan fe.
Escrito por un gran devoto de fray Leopoldo con una fe inmensa en él.