La homeopatía es una terapia energética que la ciencia se resiste a reconocer por la sencilla razón de que no se puede demostrar su modo de acción. Y la comunidad científica no comprende que la tecnología y la investigación está aún en sus comienzos, y que carece de herramientas para hacer demostraciones e investigaciones a niveles cuánticos, que es donde funciona la homeopatía.
A lo largo de la historia se han ignorado, rechazado, condenado incontables conocimientos que con el tiempo demostraron su validez. Es de necios rechazar una terapia que funciona, que soluciona muchos problemas de salud física y emocional, que prácticamente no tiene efectos adversos ni interacciones, por el simple hecho de no poder demostrarse científicamente cómo actúa.
Sin embargo la comunidad científica sí acepta comercializar fármacos cuyo mecanismo de acción se supone pero no está claro; fármacos que producen efectos secundarios que llegan a ser graves al afectar a órganos nobles como el riñón, el corazón o el cerebro; fármacos que cuando llevan unos años en el mercado y se hacen estudios retrospectivos se retiran por ser más perjudiciales que beneficiosos; fármacos a precios abusivos con los que se especula y se enriquecen unos pocos, fármacos que son auténticos venenos para el organismo, eso sí lo consiente la comunidad científica y nadie se escandaliza.
Es una hipocresía total, que además oculta ignorancia al creer que lo único válido es lo que el conocimiento científico puede demostrar en este momento de la evolución tecnológica, sabiendo que existen muchas limitaciones y deficiencias.