La espontaneidad es ese impulso que sale del alma,
que nos asalta como si fuera una mañana que nos levanta,
nos saca de la cama y nos empuja a salir de la casa
en busca de todo y de nada.
La espontaneidad no tiene freno,
arranca y corre o vuela, pero no se frena,
porque es una energía que vibra alto y no tiene fronteras,
ni muros ni barreras,
sólo tiene metas
que son como trofeos para un atleta.
Al ser espontáneos evitamos la censura de la mente, de sus miedos, prejuicios, ideas, valoraciones y todo lo que haría que esa carrera hacia la meta no llegara a su fin, sino que se interrumpiera por influencias ajenas al alma.
Cuando sientas ese flujo que te impulsa no lo reprimas, lánzate a donde te lleve con la confianza que da un alma que sabe cómo volar y que vuela muy alto buscando aventuras nuevas.